jueves, 7 de diciembre de 2006

Pastel de carne tierna

Erase una vez una casa en el bosque
los niños iban allí a tomar golosinas,
la bruja maligna estaba de vacaciones,
asistiendo a un Simposium de Hechicerías.

Estaban en la casa hasta caer la noche,
a Mefisto el gato le hacían perrerías,
jugaban escondiéndose por todos los rincones,
seguros de que ella en regresar tardaría.

La bruja retornó con el alba del día,
encontró la puerta abierta y su escoba partida,
el gato reventado,la casa saqueada,
y de las golosinas no había quedado nada.

La bruja intuyó entonces lo que había sucedido
y comenzó a buscar,con calma,en su bolsillo.

Sacó un vara larga de madera de chopo
y apretando los dientes y guiñando un ojo,
gesticuló en el aire con la susodicha vara
susurrando muy bajo unas palabras muy raras.

Mientras esto ocurría, en la ciudad cercana
los niños se elevaban,dormidos,de sus camas
Sus cuerpos hechizados salían por las ventanas,
directos hacia el bosque,flotando en la mañana.

Todas las golosinas de la bruja malvada
con un ungüento mágico habían sido rociadas
y por arte del ungüento ahora los transportaba
con su poder nefasto,de nuevo,hacia su casa.

Sintiose satisfecha y se regocijaba
viendo a los angelitos que durmiendo llegaban
y mientras la receta en su mente se gestaba:
Pastel de carne tierna comería esa mañana.

lunes, 4 de diciembre de 2006

El osito Pelusón

Era el día que todos esperábamos ansiosamente con ilusión , cuando lustros ha, éramos tan pequeños que la estrella de Oriente en la copa del árbol de navidad, nos miraba con desprecio. Era el día de los regalos y Verónica, con tan sólo seis navidades, correteaba por el salón rodeada de ingenios mecánicos, a cual más complicado y retorcido y cuyo único propósito era hechizar a los más pequeños. Pero ninguno de ellos, con sus festivales de luces de colores y sonidos exasperantes, logró atraer tanto la atención de Verónica como aquel osito regordete que, apoyado, en el rincón más recóndito de la estancia parecía pedir silenciosamente el amor más incondicional. La niña corrió hacia él, la expresión de inocencia y simpatía de su cara, su boca en forma de media sandía y sus ojazos redondos, que eran como espejos en los que se reflejaba la propia alma, la cautivaron enseguida. Verónica lo tomó en sus brazos y lo abrazó con fuerza, el oso habló: “Hola, soy Pelusón, ¿quieres ser mi amiga?”, la niña asintió y lo abrazó con más fuerza aún. “Hola soy Pelusón,¿quieres jugar conmigo?”, respondió el peluche ante la apasionada muestra de cariño de su nueva amiga. Verónica lo miró fijamente devolviéndole la sonrisa y lo volvió abrazar de nuevo, la respuesta esta vez fue: “Hola, soy Pelusón, ¿quieres que te coma el coño?”. La niña lo miró con expresión de incredulidad, la pobrecilla, tan corta de edad como de estatura, parecía no entender la enigmática propuesta de su nuevo compañero de juegos. Así que lo volvió a apretar de nuevo contra su cuerpecito, sólo para obtener otro “Hola, soy Pelusón, ¿quieres que te coma el coño?”. La niña desconcertada corrió a buscar a su madre, a la que comentó que no entendía lo que su nuevo amiguito, el osito Pelusón, trataba de decirle. Cuando mamá escuchó horrorizada y con el rostro desencajado, lo que el entrañable Pelusón estaba proponiendo a la pequeña Vero, agarró al osito por las orejas, con una mano, y por los patas con la otra y separó literalmente la cabeza del cuerpo,con una violencia tremebunda, dejando caer ambas partes al suelo. Acto seguido comenzó a patearlas, como poseída por algún ente desconocido, en lo que parecía ser una danza ritual frenética. Huelga decir que, a estas alturas, Verónica había roto en un brutal llanto al ser testigo de primera mano de cómo su madre masacraba a su nuevo amigo. El tierno osito Pelusón ya era historia.

Puede que la culpa fuera de algún empleado vengativo al que habían despedido de la cadena de montaje de osos Pelusones o sólo Dios sabe de quién, pero lo cierto es que para Verónica, aquel día, sólo hubo una culpable: la asesina de osos, su madre.

Los Reyes Magos no son los padres

Ante la inminente e inevitable llegada de las fiestas Navideñas que nos acosarán durante un par de semanas, he decidido no mantener ni un año más la boca cerrada y contarlo. Voy a revelaros un secreto, chavales, no es lo que os llevan diciendo toda la vida, que “los Reyes Magos son los padres”, no señor, la realidad es que “los padres son los Reyes Magos” y solamente ese día sexto de enero soñado, se quitan las máscaras y ejercen como tales. Sé que es difícil alcanzar a entender como tres personas se pueden transmutar en dos, pero no lo intentéis, sería perder el tiempo, es la alquimia navideña , que en manos de magos centenarios obra milagros que la mente humana no puede abarcar. Aún así puedo ofreceros una prueba mucho más mundana: la inesperada y dudosamente feliz llegada de vuestro hermanito negro, queridos niños.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

El sueño de la niña

Dormía la niña en su cama de seda
reflejando paz en su cara bella.
Soñaba la niña con un país feliz
donde al colegio no tenía que ir.

Y del paraíso, el alegre color,
tornolo de oscuro un negro nubarrón.

Y despertó turbada de aquella ilusión
sintiendo una mano que la amordazó.

Fue la del Siniestro, quien la secuestró
Llevósela presa a su caserón
y la pobre niña nunca más soñó.

martes, 28 de noviembre de 2006

Morir en el VIPS

El otro día me comentaba una amiga que, al pasar junto a un VIPS, vio a los profesionales del SAMUR atendiendo a una señora mayor a la que le había dado algún tipo de jamacuco, parece ser que la pobre mujer no tuvo ninguna oportunidad y acabó falleciendo allí.

Hechos como este me llevan a plantearme la siguiente reflexión: Estamos tan preocupados del cuando que, muy a menudo, nos olvidamos del dónde. Si lo pensamos fríamente lo segundo es casi tan importante como lo primero. Es cierto que a todos nos gustaría dejar esta vida acompañados de nuestros seres queridos pero, hemos de reconocer, que sería bastante humillante que este hecho tuviera lugar en un VIPS, un Mc Donalds, un Pizza Hut o en lugares tan gravosos como un Starbucks.

Podríamos encontrarnos en las páginas de sucesos con titulares como estos: “Sufrió una hemorragia mientras ponía Ketchup a su Whopper doble de queso” o “Violinista aparece estrangulada en un probador de Stradivarius”. Quizás el más probable de todos sería: “Apuñalado mientras bebía un ‘Frappuchino Caramel Macchiato para Borja’ en el Starbucks de Ortega y Gasset”.

Vivimos en un mundo invadido por las franquicias, “Rosa Mari Modas” ya no existe, ha sido barrida del mapa por Esfera, Zara, H&M y tantas otras. En todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida cotidiana estamos siendo fagocitados por el feroz e imparable “franquiciado”, que crece y crece sin sentir un ápice de piedad ni compasión por todo aquello que devora.

Sería realmente terrible que nuestro final llegara en una franquicia, todos queremos nuestro pequeño espacio para poder morir en paz.