Dormía la niña en su cama de seda
reflejando paz en su cara bella.
Soñaba la niña con un país feliz
donde al colegio no tenía que ir.
Y del paraíso, el alegre color,
tornolo de oscuro un negro nubarrón.
Y despertó turbada de aquella ilusión
sintiendo una mano que la amordazó.
Fue la del Siniestro, quien la secuestró
Llevósela presa a su caserón
y la pobre niña nunca más soñó.
miércoles, 29 de noviembre de 2006
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